Esto sucedió el 11 de junio (auuuuu, ya hace un montón), estaba yo plácidamente acostada en mi cama, dormitando, con la Gorda a un lado mio. En completo silencio, ahhh armonía, ahhh delicia del sueño. Claro que no siguió todo igual, sino ni estaría escribiendo esto.

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A eso de las 3:30 AM (con la vaga exactitud que mi memoria adormilada me dicta) de repente sentí pasos, que digo pasos pasitos veloces que recorrian toda la cama, pero eso no fué lo que me despertó, me despertó más bien un «MEEEEAAAWAAAAAA JJJJJJJJJJJJ JJJJJJJJJJJJ WOOOOOWWEEEE WAAAAAAAAA JJJJJJ JJJJJJJ«.

A la chin… ¿pero que demonios?, me incorporé asustada: andaba un mugroso gato callejero dentro de mi recámara y la Gordis haciéndole de perro guardián, tirándole arañazos, correteándolo por todo el cuarto y claro, haciendo tanto ruido entre los dos de tanta cosa que tiraban y de gatos enojados.

gatointruso2Prendí la luz, por un momento me quedé paralizada, nomás viendo lo rápido que era el gato vago para treparse en mis repisas y tirar todo lo que había en ellas. Uuuu, allá vá mi lámpara de escritorio, auch, un portaretratos, demonios, adiós cajita de maquillaje, me cae que era el gato de spiderman pero en crack.

Viendo la escena supe que el gato en cuestión había entrado por la ventana, rompiendo el mosquitero. Parecía que ya se había arrepentido con los buenos arañazos y bachones que le puso la Gordis, y andaba despavorido de acá para allá.

Pensé en agarrarlo y sacarlo por donde vino, pero desheché de inmediato la estúpida idea, es evidente que un gato vagabundo, asustado y que no me conoce me habría rebanado la cara al primer contacto.

Entonces… ¿qué hago, qué hago?…  ¡¡¡Ah!!!, como toda una señora de vecindá, fuí por la escoba, nomás me faltaban los tubos en la cabeza para verme como toda una vieja fodonga dándole de escobazos a un gato.

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Cuando regresé a mi cuarto el gato estaba detrás de un mueble, pues ándele, sus escobazos y sale huyendo por las escaleras y a toda velocidad. Cuando yo bajé ya estaba encima del refrigerador. Le abro la puerta que dá a la calle y listo, un par de escobazos para guiarlo en la dirección correcta y el vago ya estaba afuera.

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Regresé a mi cuarto, que parecía que había sido sacudido por un terremoto y recogí la mayoría del desastre. Hasta tuve que quitar la sobrecama porque tenía manchitas de sangre, que creo eran del otro gato, porque en cuanto las ví me puse a revisar a mi gata por todos lados.

Bueno, luego de esta impredecible situación tenía que irme a dormir de nuevo, pues me levantaría temprano al día siguiente. Lo peor es que la Gorda seguía traumatizada por la invasión, gruñendo de esa forma que nomás los gatos pueden, y yo acostada y ella se me acercaba a la cara, me olía, y yo podía ver los enormes ojos que pone cuando anda a la defensiva, gruñía y yo nomás esperando que se calmara… me dió miedito... xD

Al día siguiente anduve con un dolor de cabeza en la tarde porque ese p*** gato no me dejó dormir, y lo peor es que hasta que arregle el mosquitero que rompió no puedo abrir bien la ventana y me muero de calor.

Argh!