Producto de la prisa, la casualidad y la estupidez humana de la que nadie esta exento, ni siquiera yo, hoy terminé el día con 2 dedos machucados, doloridos y casi inútiles.

Ahora les cuento un resumen rápido de como pasó: estaba en un auto, tengo prisa por bajar, accidentalmente presiono el botón que baja el vidrio antes de abrir la puerta, me bajo, tomo la puerta para cerrarla pero meto mis dedos en el espacio entre el vidrio abierto y el marco de la puerta y -no sé ni como- con la otra mano accidentalmente subo el vidrio. Fue rápido, doloroso y patético. Inmediatamente saco los dedos, se me llenan los ojos de lágrimas y trato de no ser una bebé chillona, agito la mano, maldigo un poco y al final, como reflejo natural me llevo los dedos a la boca.

Sí, yo sé, triste, ridículo hasta cómico accidente. ¿Pero a quién no le ha pasado machucarse o golpearse por una estupidez propia? -aquí es cuando un arrogante viene y dice «¡yo nunca!» para hacerme quedar mal-.

Pues bien, heme aquí, escribiendo lento, dándome cuenta que tan útiles son esos 2 dedos para teclear.

Ahora estoy incapacitada para varias cosas con esa mano:

  • Rascarme
  • Tronar los dedos
  • Picarme la nariz
  • Señalar a alguien y reirme (me duelen los dedos cuando los estiro).
  • Tirar dedo (misma razón que en el punto anterior).
  • Jugar videojuegos en casi cualquier consola.
  • Teclear rápido como acostumbro.
  • Abrir latas de jugo o soda.

Podría declararme incapacitada para bloggear, pero soy una jefa muy exigente, además, no soy tan nena. Pensé en poner una foto de mis dedos, pero aún no estan los suficientemente morados como para exibirlos.

Sí, así como leyeron, ¿quieren saber porqué?…

Hace un tiempito que conectaba mi iPodito a la laptop por usb y la escena era más o menos así:

Simplemente no lo reconocía el sistema, ni siquiera aparecía un iconito, ni como disco duro ni nada. Absolutamente nada. Y obvio, yo me frustraba.

Así que le moví, lo conecte y desconecté mil veces. Hasta le eché la culpa a mi compu y traté en otra pc pero el resultado era el mismo. Las computadoras siempre ignoraban a mi iPod.

Entonces recordé al iTunes, hacía tiempo que me había estado fregando «ay, ya me quiero actualizar, me quiero actualizar, me dan ganas de actualizarme… ¿me dejas?» y yo siempre le ponía que no, porque estaba usando el internet y descargando cosas y usando esto y aquello, el caso es que no tenía tiempo para que el estúpido iTunes se actualizara -que por cierto ni uso- pero me pasó por la cabeza que quizá iTunes era tan maldita perra hija de su… malvado que por su culpa no se detectaba mi iPod en ningún lado. Así que lo dejé que se actualizara.

¡Y bingo!

Que ya se conecta el iPod y puedo cargar y descargar archivos de nuevo. Todo era culpa de iTunes, hace que forzosamente lo actualices o si no te hace que el iPod sea ignorado por todos.

Conclusión: iTunes es una perra.

Si estas en la misma situación y te preguntas «Oh cielos, ¿porque mi computadora no reconoce a mi iPod?» prueba actualizando iTunes.

Enlace:
Sharepod / Con este programa es con el que yo le meto y le saco las chinches a mi iPod.

Ayer estaba yo plácidamente sentada, luego de comer unos deliciosos chilaquiles, descansando, sin nada que hacer, contemplando la tranquilidad absoluta hasta pensé «que rico es cuando no se tiene nada urgente  que hacer y todas las cosas están en orden», la vida me sonreía y todo estaba en completa armonía, hasta que de la nada, llega mi jefa y luego de que se pone a ver un calendario me dice «¿qué no tenías cita con el dentista el sábado?» ¡QUEEEEEEEEEEEEE!, argh, ¡¡¡cierto lo olvide!!!, ¡demonios!

Mi conclusión es que las mamás tienen una habilidad natural para crear caos.

Hace unos días fui con mi novio -sí, arriesgándome a perder visitas aclaro que tengo pareja xD- a comer a un conocido restaurante de comida rápida, uno de una niña peliroja con trencitas.

Entramos, ordenamos, comimos… Listo, ahora de regreso al carro para irnos. Nos acercamos a la puerta para salir y en ese momento una pareja de unos rudos motociclistas estaban por entrar.

El tipo, rudísimo. Tenía todos aquellos distintivos de ser un hombre sin ley, tatuajes, barba, patillas largas, chamarra de cuero negra con remaches metálicos, pantalones de mezclilla desgastados por las aventuras en carretera, guantes de esos que solo cubren la palma de la mano y los deditos quedan libres, botas negras con correas y de suela gruesa. Una mirada fría, que te atraviesa. Acompañado por una mujer un poco menos ruda que él, pero más ruda que la mayoría de las féminas.

Como les iba diciendo, en el preciso momento que nosotros íbamos a salir ellos se aproximaban a la puerta para entrar.

¡Santa cachucha!, nos van a taclear por meternos en su camino, o probablemente apaguen un cigarrillo en mi frente por estar ahí… o simplemente me empujen a un lado y luego me vea con su mirada helada. Todo eso pasó por mi mente, recordando escenas de acción de películas con motociclistas.

Nada más lejos de la realidad.

Cuando vió que nosotros íbamos a salir nos abrió la puerta y se hizo a un lado, ¡como todo un caballero!. Nosotros dijimos gracias y como diciendo «de nada» pareció que sonrió levemente y asintió con la cabeza… o eso lo soñé, no lo sé. Luego salimos de el establecimiento sin un rasguño.

¡Qué cosas!, mientras nos subiamos a nuestro vehículo motorizado yo me quedé pensando en todo eso que pasó por mi cabeza, y dije, «postearé esto en el blog jojojo», mi novio me vió y se rió… no se si de mí o de lo que dije, o las dos cosas.

Y ese señores fue mi encuentro con un motociclista.

La moraleja de la historia es esa que dice «no juzgues a un libro por su portada», yo odio los prejuicios pero todos los cometemos alguna vez.

Esta historia fue basada en hechos reales, pero al escribirla pude haber exagerado unas partes

Parecía que hoy sería sólo otro día más. Hasta pensé que sería de los mejores.

Estaba en mi cama, soñando, luego abro los ojos al despertar, y como es mi costumbre me preparo para estirarme y lanzar el primer bostezo del día, pero ¡zas!, que cuando apenas iba a agarrar aire me dá un dolor en la espalda que hace que me encoja y me ponga en posición fetal. ¡Auuuuuuch!

¿Pero qué pasa?, estoy joven, no estoy como pá reumas. Me levanto, con algo de dificultad y compruebo que sí, efectivamente me seguía doliendo la espalda, sobre todo cada que inspiraba.

Bajo las escaleras con cara de pocos amigos, así como quien camina más a fuerzas que con ganas, tenía que alistarme para ir a la Uni, y no podía faltar, tenía exposición.

Pues así transcurrió mi día, yo sumergida en dolóres de espalda, aunque me untaron pomadita no sirvió de mucho y ya me tomé una pastillita pál dolor.

¡Oh pobre de mí, oh que he hecho yo para merecer esto.!

Cada estornudo era un dolor más, como una punzada, como un cuchillito que se clavaba detrás de una de mis paletas (no, tutsi pop no, me refiero a los omóplatos de la espalda), y yo entrecerrando los ojos y haciendome la fuerte para no quejarme…

¿Será acaso parte del sufrimiento humano?, ¿será que el cosmos se divierte jugando conmigo?, ¿o simplemente estoy por enfermarme por el cambio de clima?.

Esperemos que mañana ese dolor hijo de su ma… ya haya desaparecido. Y yo este aquí feliz para no tener que andarme quejando en mi blog, y no tengan ustede que andar leyendo mis berrinches de víctima chillona.

¡Paz!